Jhon Hernández

28 de mar de 20204 min.

¿Cómo desarrollar Escucha Activa? Tercera Entrega

Actualizado: 17 de mar de 2023

Antes de comenzar, si no has leído la primera parte de esta serie de artículos, te invito a que la descubras en este link y te pongas al día para poder avanzar.

No sentirnos escuchados nos aísla

Escuchar no es una fortaleza de todos

¿Alguna vez trataste de impresionar a alguien?

¿Quizá a un chico o una chica que llamó mucho tu atención?

Si lo intentaste un par de veces en tu vida, es casi seguro que experimentaste el fracaso. Trágame tierra.

Decimos un montón de frases incoherentes y lo que estaba en nuestra mente como un momento épico, se vuelve épico por lo bochornoso.

Pues bien, ese es uno de nuestros obstáculos al momento de fomentar la escucha activa.

Al intentar ser interesantes, nos convertimos en un personaje que quiere caer bien a toda costa y este personaje en especial, suele creer que mientras más hable sobre si mismo y narre anécdotas, será una persona muy interesante.

Nada más lejos de la verdad.

¿Quieres caerle bien a alguien?

No te hagas el o la interesante.

Logra que la otra persona sea la protagonista de la escena, hazla sentir interesante.

Por ejemplo: si acabas de llegar de unas vacaciones por Europa, antes de contar tu aventura, pregunta por la de esa persona a la que quieres impresionar.

Pero si es que ya soltaste la sopa, entonces deja una pausa para que la otra persona se entusiasme a contar su aventura; justo ahí solo hablas para reforzar tu intención de escucharle. Dime más.

Y ¿si no quiero escuchar?

A no ser que tu interlocutor esté genuinamente interesado en conocer tu aventura, entonces prepárate para fracasar en el arte de hacer amigos e influir en las personas.

Pero, yo tengo mucho para contar.

Te contaré algo respecto a las personas que hablan mucho: suelen caer mal y mucho más si no saben hablar de otra cosa que no sea de si mismo. Pero ¡cuidado! no debemos ser toscos con las personas que se comportan así. Hay algo más detrás de su conducta.

Es bueno saber, que las personas que hablan mucho, están evidenciando un posible complejo de inferioridad ante su interlocutor, tratando de ganar posición, atención y aprobación, contando chistes de los que nadie se ríe, comentarios que nadie entiende o bromas que se interpretan como pasadas de tono o fuera de lugar.

Aunque este es un tema que daría para una serie de artículos más, lo más relevante a tener en cuenta con las personas que hablan demasiado, es que podría tratarse de algún signo clínico que requiera atención, pues una persona que habla mucho regularmente presenta taquipsiquia, (velocidad de pensamiento) lo cual le puede permitir hablar con elocuencia, sin embargo, en ocasiones esto también represa su capacidad para deshilvanar una idea.

Tenlo en cuenta, si somos conscientes de nuestras oportunidades de mejora, podremos avanzar con firmeza y por consecuencia ir adquiriendo confianza en el proceso.

La depresión puede llevarnos a hablar sin control

Las personas que hablan mucho tienden a estar relacionadas a cuadros de depresión.

Una voz más fuerte acalla otra voz

Esto solo quiere decir que, mientras más hablemos, menos escucharemos. Y es que los especialistas consideran que en ocasiones, hablar demasiado implica una intolerancia hacia las emociones que produce escuchar al otro.

Es por esta razón, que cuando queremos impresionar a otra persona, si esta nos hace sentir inferior, trataremos de acallar esa voz que nos reprime con una verborrea -a veces sin sentido- para después solo enterarnos de lo mal que lo hicimos.

Además, no queremos ponernos en evidencia, entonces usamos la voz para disfrazar nuestras verdaderas intenciones. En estos casos, debemos tener en cuenta también nuestra Inteligencia Emocional.

Nota: Si la otra persona ha desarrollado su escucha activa, estaremos en problemas.

Con esto podemos resumir que, el querer impresionar, puede ser un enemigo para desarrollar nuestra Escucha Activa.

Vamos por más...

Nuestra Propia Imagen

Aunque se habla de la Propia Imagen como un enemigo del aprendizaje, podríamos decir que este mismo enemigo se materializa en este escenario, pues sigue nublando nuestra capacidad de aprender del otro a través de nuestra escucha.

Nosotros tenemos una frase que usamos mucho en los diferentes espacios formativos : escuchar para entender, no para responder.

Al bloquear nuestra escucha, bloqueamos la información que quiera ingresar por ese sistema representacional, incluso, nos pone en un estado mental de bloqueo general.

La Propia Imagen, básicamente nos lleva a defender nuestro punto de vista, a tener la razón, a ganar la pelea. Es una sobre dosis de orgullo y poco raciocinio.

Todo lo resolvemos desde el pedacito de conocimiento que tenemos, desde lo que sabemos que sabemos y es terreno seguro, por eso, cuando escuchamos algo con lo que no sentimos afinidad, pues automáticamente nos ponemos en modo rebatir y anulamos toda posibilidad de escucha.


En esta entrega hemos expuesto dos aspectos que limitan el desarrollo de nuestra Escucha Activa:

  1. Querer impresionar (tratar de vender nuestra mejor versión)

  2. La propia imagen (defender nuestra opinión, aún, si no tenemos razón)

Y aunque hay más factores que pueden intervenir, queremos enfocar nuestros esfuerzos en los que, a nuestro criterio tienen más peso y trabajándolos podemos tener un avance significativo.

Esto quiere decir que, aunque no somos buenos para escuchar, ya que de hecho solo recordamos una pequeña fracción de lo que escuchamos durante nuestro día a día, hay mucho por hacer al respecto y poder ser mejores escuchando.

Recuerda: escuchar para entender, no para responder

En nuestro siguiente artículo dibujaremos el panorama de un buen desarrollo de la Escucha Activa, con pasos concretos y ejercicios que potenciarán nuestra curva de aprendizaje.

Lee, comenta, practica y comparte. Nos leemos pronto.

    820
    6